He tenido un sueño y como soy una persona de orden hasta para soñar, el tema no podía ser otro que el de ordenar libros en la Biblioteca. Hay que reconocer que en principio la cosa parece bastante anodina, pero de repente, mientras me dedicaba a practicar el arte que «San» Paul Otlet, que Dewey lo tenga en su gloria, nos inculcó a todos los bibliotecarios que en el mundo son, mi vista se fijaba en un calendario y la fecha, 31 de octubre, se agrandaba ante mis ojos como si Valerio Lazarov se dedicara a manejar un zoom. Así que allí estaba yo, pasando el díaLEER MÁS