«A Alberto le gusta ir a la biblioteca y disfrutar del silencio, a la directora de su banco le gustan los tacones… Silencio; tacones. Paz; TACONES!!»…Seguro que habéis oído este anuncio y no habéis podido evitar acordaos de ese ruidito tan molesto que se oía mientras estudiabais “Fundamentos de la Administración de Empresas”, o «Álgebra Lineal», por ejemplo.  Y es que las bibliotecas, en ciertas épocas del año, se convierten en un sancta sanctorum de silencio y paz mientras vosotros dedicáis todas vuestras fuerzas al estudio. No obstante, cada vez hacemos un esfuerzo mayor para proporcionaros espacios donde el silencio no sea la norma. EspaciosLEER MÁS

Hace unos cuantos meses una entrada en este mismo blog  nos recordaba la necesidad de guardar silencio en la biblioteca durante la época de exámenes. En ésta, que pudiera parecer contradictoria, queremos recordaros que en la biblioteca hay espacios para ambas situaciones. Es fácil asociar biblioteca y silencio. Hasta hace no mucho tiempo la imagen que teníamos de una biblioteca era la de un lugar en el que la gente estudia o lee aislada, en silencio, procurando no molestar a otros que hacen lo mismo. El menor ruido podía provocar una mirada de reprobación por parte del vecino de al lado o de esa bibliotecariaLEER MÁS

Podíamos haber titulado la entrada ¡silencio, se estudia! Es lo que toca en este momento y en la Biblioteca de Humanidades cuando llega la época de exámenes se coloca un letrero que reza así: Es de agradecer entrar a una biblioteca y que nos reciba con la calma necesaria para concentrarnos. El vídeo que presentamos también es mudo y hemos pedido a Andrea Melchor, una de sus creadoras que nos contara por qué se hizo así: «Un romance de biblioteca» es una práctica presentada en la asignatura de Realización de Ficción del Grado en Comunicación Audiovisual. Nos pedían un plano secuencia, y mudo, por loLEER MÁS

Un año más, llegó el 14 de febrero, día de San Valentín  y de los enamorados. Llevamos una temporada viendo anuncios que nos prometen el amor a cambio de comprar un perfume, unas rosas o, lo nunca visto hasta ahora, de abrir una cuenta bancaria. Todos sabemos que esas promesas no son verdaderas, y que donde realmente habita el amor es en la Biblioteca. Sí, en la Biblioteca la gente estudia, busca información y además, se enamora. Y no sólo eso, se enamora a la antigua, sin atreverse a confesarlo a la persona amada (suponemos que para no molestar a la gente que está estudiando).LEER MÁS