El humor es una cosa muy seria

Georges Carpentier 1914

Tan seria que siempre merece un espacio en este blog y todo un festival donde escritores de la talla de Carrère y Echenoz se suben a un escenario para hablar del humor en la literatura, aunque por lo visto con demasiada seriedad.

Otra característica del humor es que no siempre se coincide en lo que nos hace gracia, nos provoca una sonrisa o nos hace soltar una carcajada. Y también hay un matiz cultural muy fuerte que nos distingue en nuestra apreciación del mismo. Lo vemos constantemente con cómicos  que son muy apreciados en sus países pero pueden tener un éxito escaso en otros. Así ocurre también con algunas películas: ¿os imagináis una película como Amanece que no es poco, provocando carcajadas en personas con otros referentes culturales?

El humor está presente en la literatura desde épocas muy tempranas y obras tan clásicas como el Lazarillo o el Quijote podrían considerarse humorísticas. Hay tantos ejemplos en la literatura de todos los tiempos que me cuesta hacer una mínima selección. Sin embargo, lo he intentado y aquí os presento algunos títulos que pertenecen a esa categoría, siempre desde un punto de vista muy personal.

Entre los más clásicos, podemos encontrar a Mark Twain y sus cuentos humorísticos, y a Chesterton y sus ideas de lo que debemos arreglar en el mundo. Capítulo aparte merece la visión cáustica que de la Universidad dan las novelas de campus, donde tendríamos a David Lodge por parte británica, o de madre y  Antonio Orejudo por parte hispánica o de padre (inolvidable la escena de la Biblioteca Nacional y el manuscrito del Mio Cid).

Si hablamos de la literatura en español, tampoco podemos olvidar a Enrique Jardiel Poncela y su Tournée de Dios entre otras , además de sus comedias teatrales. Entre los escritores más contemporáneos, tenemos que destacar a Eduardo Mendoza y toda su serie protagonizada por ese detective escapado de un psiquiátrico que por no tener, no tiene ni siquiera nombre. Que en su última novela hasta ahora, uno de los personajes sea Angela Merkel, nos puede dar una idea de su grado de delirio cómico. Ya hemos mencionado en otra ocasión a Augusto Monterroso pero me cuesta mucho hacer una selección de lecturas humorísticas sin citarlo, aunque paradójicamente una de sus últimas obras junto a su esposa, Bárbara Jacobs, fuera una antología del cuento triste. Por último, mencionaré también al escritor peruano Fernando Iwasaki con títulos tan explícitos como Helarte de amar y otras historias de ciencia-fricción.

Pasando a la literatura en otros idiomas, en la catalana tenemos a Quim Monzó, al que algunos recordarán por la adaptación que Ventura Pons hizo de El porqué de las cosas (¡ojo, bibliotecarios! en uno de los cuentos la protagonista es de la profesión). En cuanto a la literatura italiana, ya hablamos en su día de Dino Buzzati y ahora os recomiendo también la obra de Italo Calvino y en especial su trilogía Nuestros antepasados formada por El barón rampante, El vizconde demediado y El caballero inexistente. Y aunque las novelas de Camilleri protagonizadas por el comisario Montalbano estarían catalogadas dentro de la novela negra, yo las leo sobre todo porque me hacen reír.

Un lugar importante en este intento de antología lo ocupan algunos autores franceses. Lo confieso, tengo debilidad por Boris Vian, escritor y trompetista de jazz, y obras como La espuma de los días o Vercoquin y el plancton me resultan muy agradables y divertidas. Otra de mis debilidades es Daniel Pennac, al que en España se le conoce por sus ensayos Mal de escuela o Como una novela, pero que tiene un lugar en mi “altar” de autores preferidos por crear a la disparatada “tribu Malaussène”, la familia  que acompaña al protagonista, Benjamín, a lo largo de 5 novelas: La felicidad de los ogros, El hada carabina, La pequeña vendedora de prosa, El señor Malaussène y Los frutos de la pasión . ¿Cómo no enamorarnos de un personaje que trabaja como chivo expiatorio en unos grandes almacenes?

Por último, os recomiendo una novela en la que ocurren cosas tremendas, pero que son narradas desde un punto de vista humorístico. Se trata de El Pentateuco de Isaac : sobre la vida de Isaac Jacob Blumenfeld durante dos guerras, en tres campos de concentración y en cinco patrias de Ángel Wagenstein. Quizá obras como esta sean el producto de aplicar la conocida fórmula: comedia= tragedia + tiempo.

De todas formas, como el humor va por barrios y cada uno tiene el suyo, si os lleváis alguno de estos libros y no os parece divertido, espero que me perdonéis y, abusando de vuestra confianza, os pediría que probarais con otro.

Marian Ramos

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