Un lugar donde quedarse

 

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En una de sus entrevistas a la revista de cine Sight & Sound, Paolo Sorrentino afirmó que todas sus películas “compartían el mismo punto de arranque: la visión de un hombre, normalmente solo, en un determinado lugar”, y  Un lugar donde quedarse no es una excepción.

Cheyenne (extraordinariamente interpretado por Sean Penn) es un antiguo cantante de pop retirado que vive de las rentas en una mansión de Dublín. Con los labios pintados y el pelo cardado, este estrafalario personaje -inspirado, por cierto, en el vocalista del grupo británico The Cure, Robert Smith- se dedica a pasearse por centros comerciales y a charlar con una adolescente de su mismo look, Mary. Pero su monótona vida da un giro cuando recibe una llamada de Nueva York: su padre, un judío ortodoxo con el que lleva 30 años sin hablar, está en el lecho de muerte.

Cheyenne no llega a tiempo, pero decide ir en busca del nazi que en el pasado maltrató a su padre. Es así como comienza una verdadera aventura por los paisajes más insólitos de Estados Unidos, como los de Utah o Nuevo México, en los que el protagonista irá conociendo a una serie de personajes que le harán acercarse a su objetivo final. Con un tono de comedia surrealista, rozando a veces lo cómico y a veces lo grave, Un lugar donde quedarse es una historia divertida pero agridulce, una historia sobre la búsqueda de identidad.

La película está disponible en la Biblioteca de Humanidades, así como Il Divo y Le Conseguenze de ll’amore, filmes anteriores del reconocido director italiano

Un lugar donde quedarse en la biblioteca

 Por Andrea Melchor, alumna de la UC3M

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