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Las lunas de Júpiter, Alice Munro

Bajo el título “Las lunas de Júpiter” de Alice Munro, Premio Nobel de Literatura en 2013, hay una serie de cuentos cortos cuyo tema habitual son las relaciones humanas, con una característica común, que no pasan demasiadas cosas ni se producen importantes cambios en la narración, casi sin sobresaltos. Suele localizar sus escritos  en la región de Ontario.

En su lectura hay que disfrutar con los detalles, con la descripción de los ambientes en los que se desarrolla la historia y principalmente en los sentimientos de los personajes.

Las protagonistas son mujeres que muestran sus conflictos, intereses, sensaciones y afectos que invitan a la reflexión, abarcan gran tipo de relaciones, complejas en su mayoría.

“Encerrados juntos, conduciendo por las carreteras de gravilla caliente y a un paso casi fúnebre, estaban inmovilizados por un silencio devastador. Roberta se siente encoger como una hoja amarillenta.”

“Debería esforzarse en no ser histérica, en no exagerar. Pero seguramente es odio, ¿qué otra cosa puede ser?, lo que George está elaborando ininterrumpidamente y vertiendo sobre ella, y seguramente es un gas mortífero.”

Relaciones con los hombres de diversos tipos con diferentes resultados poniendo a la vista situaciones amorosas con sentimientos distintos. Suelen ser mujeres invisibles, sacrificadas, son resignadas con su papel dentro de la pareja, relaciones contaminadas y tortuosas, produciendo en algunas ocasiones baja autoestima y vergüenza, desengaños amorosos y que algunos momentos producen añoranza de lo perdido.

En alguna de estas historias encontramos el tema de la homosexualidad y un gran sentimiento de culpabilidad pues ciertos acontecimientos cambian el sentido de las relaciones amorosas.

Relaciones familiares con las dificultades que conllevan, cargadas de diferentes problemas y matices. Amistad, ayuda, complicidad, existencia de relaciones tensas e incluso en una de las historias aparece la actitud frente a la muerte de un ser querido.

“Las lunas de Júpiter fueron los primeros cuerpos celestes descubiertos con el telescopio –dijo con gravedad, como si pudiera ver la frase en un libro antiguo-…”

Cuentos muy bien escritos capaces de visibilizar numerosas circunstancias que muestran personajes femeninos complejos. En nuestra biblioteca hay obras de esta extraordinaria cuentista canadiense dispuestas a hacer pasar buenos ratos con su lectura.

Rosa Jiménez Villarín

 

 

Grace Paley, una activista contadora de historias

Manya Rydnyik y su marido, Isaac Gutzeit, llegaron a Estados Unidos desde Rusia en 1906. Isaac había pasado un tiempo de condena en Siberia como preso político socialista bajo el régimen del zar, época en la que Manya vivió exiliada en Alemania. Cuando se instalaron en el Bronx, acompañaban a  este matrimonio judío una de las hermanas de Isaac y su madre, a quien la familia llamaba “Babushka”.

Isaac y Manya tuvieron dos hijas y un hijo en Estados Unidos. Grace, la más pequeña, nació en 1922. Crecieron en el ambiente neoyorquino, con el contraste de sonidos del inglés, ruso y yiddish, y en un mundo familiar marcadamente político. Babushka les hablaba a veces de las cenas y las discusiones en su casa de Uzovka, en Rusia, a principios del siglo XX, en una época de profunda agitación social. Todos sus hijos habían militado: Isaac era socialista; Grisha, anarquista; Luba, sionista; Mira, comunista; y a Rusya lo mataron con diecisiete años, mientras portaba la bandera roja de la clase obrera.

Grace fue una activista particularmente implicada, comprometida con las acciones de protesta vecinal en Greenwich Village,  con el movimiento antibelicista que nació durante la guerra de Vietnam, las movilizaciones antinucleares, y la segunda ola del feminismo en los años setenta y ochenta. Además, madre, ama de casa, empleada en diversos trabajos temporales, y más tarde profesora de creación literaria, poeta y escritora de relatos. Impartió cursos y seminarios en diferentes centros académicos y universidades norteamericanas.

Primero fue Grace Goodside, su padre había adaptado el apellido Gutzeit. Después mantuvo el de su primer marido, Jess; publicó y fue conocida como Grace Paley. Ella misma describe su inicio en la escritura de relatos como “un golpe de suerte”: hacia 1954, una breve enfermedad le regaló algo de tiempo libre, del que nació su primer cuento, Adiós y buena suerte, al que seguirían muchos otros. El siguiente paso vino de la mano de Ken McCormick, editor de Doubleday, y padre de unos amigos de sus hijos. McCormick leyó los relatos de Grace y le pidió algunos más para publicarlos.

Sus cuentos se  recogieron en tres colecciones: Batallas de amor (1959), Enormes cambios en el último minuto (1974) y Más tarde, el mismo día (1985). En 1994 aparecieron recopilados en un volumen de Cuentos completos, que publicó en España Anagrama en 2005. Recibió diferentes premios y fue finalista del National Book Award y del Premio Pulitzer.

El ambiente de la ciudad y la vida cotidiana son el marco en el que se desarrollan los cuentos, con un contenido centrado sobre todo en las relaciones familiares y de pareja, y los aspectos sociales y políticos con los que se vinculan. Encontramos en ellos pocos elementos descriptivos de objetos o espacios. Los argumentos se construyen sobre todo con diálogos cargados de una ironía brillante, que fluyen con rapidez, dando paso a diferentes voces y escenarios. Algunos personajes aparecen en un relato, y más tarde reaparecen en otro, para enseñarnos un matiz nuevo o una cara diferente de la historia. Todo ello bajo su especial mirada, con una suma de humor y crítica precisa cuando se muestran en escena la insolidaridad, el abandono, el menosprecio o la crueldad.

Su visión acerca de la política y la literatura, y muchos de los recuerdos mencionados sobre su vida y la de su familia, aparecen descritos en la colección de artículos que tituló Just as I thought. La importancia de no entenderlo todo es el título de la traducción al castellano que editó Círculo de Tiza en 2016 y prologó Elvira Lindo.

También permanecen muchas imágenes de ella: se puede ver la pequeña figura de Grace en fotografías de manifestaciones, concentraciones y marchas, mostrando carteles y pancartas en las calles, en Wall Street, ante el Pentágono y el almacén del ejército de Estados Unidos en Seneca, y detenida por la policía durante diferentes acciones de protesta. Tenía 84 años cuando murió en 2007. Un artículo en la revista The New Yorker cuenta cómo, todavía unos meses antes, había viajado a Burlington, en el Estado de Vermont, para protestar por el apoyo de su senador a la guerra contra Irak.

Editorial Anagrama. Fotografía © gentl & hyers / edgereps.com

Para terminar con un poco de humor, un fragmento del relato titulado Deseos:

“Vi a mi ex marido en la calle. Estaba sentada en las escaleras de la nueva biblioteca.
Hola mi vida, dije. Habíamos estado casados veintisiete años, así que me sentía justificada.
Él dijo, ¿Qué? ¿Qué vida? La mía desde luego que no.
Y yo, bueno. No discuto cuando hay verdadera discrepancia. Me levanté y entré en la biblioteca a ver cuánto debía.
La bibliotecaria dijo que treinta y dos dólares en total, y lleva usted debiéndolos dieciocho años.
(…)
Entregué a la bibliotecaria un cheque de treinta y dos dólares. Confió plenamente en mí, se echó a la espalda mi pasado, dejó limpio mi expediente, que es exactamente lo que jamás harán las otras burocracias municipales y/o estatales”.

Según cuenta The New Yorker, el FBI mantuvo abierto el expediente de Grace Paley durante treinta años.

V. Maldonado

«Generación Subway»: antología de lo subterráneo

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No los verás en las primeras filas de los puntos de venta de las librerías, ni en sus escaparates, pero la mayoría de los 67 autores cuyos relatos breves se pueden leer en el segundo volumen de esta antología, Generación Subway (el primero apareció el año pasado) tienen en su haber no solo numerosas obras publicadas, tanto de forma individual como dentro de otras antologías, sino muchos y muy diversos premios literarios. Es, pues, un grupo heterogéneo -las edades de sus miembros van de los 15 hasta los setenta y tantos años- pero que tiene en común su pasión por la escritura y el hallarse oculto a los ojos de lo que se ha dado en llamar el «gran público», aunque con una febril actividad en redes sociales o en blogs. De ahí la metáfora del metro que le da nombre, esa ciudad subterránea, oculta a la vista de los habitantes de la superficie, pero que sin embargo está llena de vida y dinamismo y que, aunque situada allá abajo, puede estar tan iluminada como la muchas veces ilusoria y falsa que hay en la superficie. Una generación con todo un ideario y con muchas cosas que decir.

El pasado lunes, 19 de octubre, se presentó en el marco del festival Getafe Negro, junto con el volumen de poesía que lleva el mismo título. Muchos de los autores pudieron leer fragmentos de sus relatos o poemas.

En esta segunda antología de relato breve participan cuatro personas que pertenecen a nuestra comunidad universitaria: Paz Martín-Pozuelo, profesora del Departamento de Biblioteconomía y Documentación, Paco López, de la Biblioteca,  Iciar García Martínez, antigua alumna, e Inés Moreno, alumna del Doble Grado en Derecho y Ciencias Políticas. Ya está disponible en nuestros fondos.