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El invierno de Luis Landero

El pasado 8 de abril de 2015  el Seminario Permanente de Lengua y Literatura Españolas Contemporáneas, organizado por el Departamento de Humanidades: Filosofía, Lenguaje y Literatura,  la Facultad de Humanidades, Comunicación y Documentación y la Biblioteca de Humanidades, contó con Luis Landero como escritor invitado. Tras su asistencia al acto, Yolanda García Fernandez , alumna del Máster de Teoría y Crítica de la Cultura, escribe la siguiente reflexión:

invierno 1

«En esta ocasión nos visitó en el seminario el escritor Luis Landero para compartir con nosotros su experiencia literaria. Una pregunta que se quedó en ese lapsus linguae en el seminario fue preguntarle al autor por ese invierno al que hace referencia el título de la novela. El escritor aclara en los primeros minutos de su intervención el sintagma nominal del título del texto, El balcón. Un espacio fronterizo entre lo púbico y lo privado. Sin embargo el sintagma preposicional del mismo queda velado, de invierno.

Se define como animal literario, y escénico añadiría yo. Domina la escena y al auditorio. Juega con sus propios lapsus linguae. Incluso pudiera parecer que sostiene cierta dejadez o desidia en la conversación, como alguien que ya ha repetido muchas veces los mismos presupuestos y se cansa de su repetición sistemática. Pero se adivina su experiencia, su savoir faire. La vida es el croupier que reparte las cartas y el ha jugado con habilidad las suyas. Siguiendo con su analogía, si la vida se divide en cuatro estaciones esta narración nace en ese último tramo vital en el que uno repara como asoma la hoja roja en el librillo de fumar que diría Miguel Delibes. Entonces uno sin temor a convertirse en estatua de sal se gira para mirar su pasado y repara en sucedidos que pasaron inadvertidos o a los que no se les dio la importancia que se esperaba ocupado en la fogosidad de su juventud y que sin embargo ahora cobran una dimensión especial.

Luis Landero en silencio consigo mismo se pregunta en su balcón qué hago yo aquí; ni dentro, ni fuera; ni contigo, ni sin ti. Apura la vida con pasión, con un whiskito y un verosímil recuerdo del baile con Sofía Loren. Porque, ¿qué son los recuerdos, sino nuestra particular selección de lo que hubiese podido suceder o no? Se confiesa amigo de sus amigos y me recuerda unos versos de Miguel Hernández.

Parafraseándole, » En Alburquerque su pueblo y el mío se me ha muerto como del rayo Ángel Campos a quien tanto quería.»

Qué es este libro sino sus recuerdos. Recuerdos que no registró conscientemente hasta que la memoria se los devolvió convertidos en poesía. Isabel Allende en La casa de los espíritus, narra las vivencias de una familia. Clara, la protagonista escribirá en su diario hasta su muerte lo que ella llamará cuadernos de escribir la vida. Su nieta Alba encuentra estos cuadernos de su abuela Clara, y escribe la historia de su familia para que no se pierda su historia, para preservar su identidad. El balcón de invierno podría entenderse como su cuaderno de escribir la vida. La de la abuela Frasca.

El narrador niega la perfección formal en el arte literario, vacío de sustancia. Te Quiero, Eres Perfecto… ¡Ya Te Cambiaré! Grandes obras, supernovas literarias plenas de ingenio mientras brillan, agotadas a diez páginas del comienzo. Luis Landero nos anima a no perder o a recuperar si la hemos perdido la capacidad de asombro de la infancia. Recuerda que vives en un país lejano. El país de los cuentos que él añoró inocente en su pueblo. Paciencia, constancia, recogimiento, la potencia del alma concentrada pariendo, buscando en nuestra memoria nuestro mundo interior, destinados a contar quien sabe qué.

Cualidades necesarias para el narrador. Un moverse en lo concreto, en las ciegas marcas para que el olvido no devore lo que no se cuenta. Vivir es olvidar, olvidar es recordar. ¿Y cómo fue? ¿Y porque no sé más? ¿Por qué no le pregunté cuando estaba a tiempo? Sin embargo el paso del tiempo marchita la belleza, disminuye la capacidad de esfuerzo, obnubila la inteligencia. Esta es la gran tragedia. Este es el invierno. No son los dolores físicos, sino el asombro que como espectador extracorpóreo de nosotros mismos observa un cuerpo que se debilita al que ya no reconoce. El tic tac del reloj del capitán Garfio avanza inexorable. A cada minuto somos aplastados por la idea y sensación de tiempo. Proust, nos dice Landero, abordará esa sensación también en La búsqueda del tiempo perdido en un intento de recuperar el pasado. El tiempo nos devora decía Baudelaire.

Métodos y tiempos. Métodos de medida del tiempo. No, no somos máquinas. El ser humano no puede automatizar la gestión de su tiempo para minimizar la cantidad de trabajo fijando tiempos estándar de ejecución de las cosas. No. En opinión de Luis Landero hay que experimentar, concentrar la mirada y la mente en las experiencias propias y ajenas, en la intuición imprecisa. El olvido no puede llevarse, dice el escritor, el archivo de recuerdos que atesoramos. La narración es un modo de contar la experiencia fenoménica del narrador. La fragua mezclará la imaginación y la experiencia para adquirir la significación al calor de las palabras.

Al calor de las palabras. Esta frase me recordó el fragmento del texto de Pablo Neruda, Confieso que he vivido que leímos en el ejercicio con Begoña Frutos en su seminario en la certeza, quizás atrevida, de afirmar el amor que Luis Landero ha profesado a las palabras como filólogo y profesor de Lengua y Literatura española y como no, en su carrera literaria.»

Yolanda García Fernández

El libro de los hielos, de Eduardo Martínez de Pisón y Sebastián Álvaro

Viene el frío a la Biblioteca: con este título enmarcamos una selección de libros que esta semana exponemos en el vestíbulo del edificio dentro de nuestra costumbre habitual de hacer pequeñas exposiciones de libros sobre un tema o acontecimiento del Campus. Pues bien, no podía estar más acertada porque en estos momentos nieva en Colmenarejo, y desde hace días el frío ha llegado para quedarse.

El glaciar es el paisaje más simbólico de la alta montaña y de regiones remotas
donde sólo existe un permanente invierno, el mito del lugar desconocido durante
milenios. Son los últimos cuarteles de los dominios de las antiguas fuerzas del
frío. Son la referencia geográfica de un mundo solitario, silencioso, de una
naturaleza retirada y hasta hace poco intocada.

Es un extracto de «El libro de los hielos», de Eduardo Martínez de Pisón y Sebastián Álvaro. Este libro es un homenaje a la belleza de los paisajes helados de la Tierra. Es a la vez un viaje formativo para conocer los procesos que han determinado su formación y desarrollo, y una apasionante narración sobre la relación del hombre con los hielos desde la prehistoria hasta nuestros días. En la época del calentamiento global y de una no menos preocupante evolución de los hábitos de la vida, cada vez más agresivos con el medio ambiente, los autores parten de la premisa que sólo conociendo a fondo la historia y las funciones de los espacios helados de nuestro planeta aprenderemos a respetarlos, compartirlos y disfrutarlos.

La primera parte de la obra narra la historia de la exploración de los espacios helados, desde la momia del hombre de Similaun, pasando por las hazañas de James Cook u Horace Bénédict de Saussure, hasta la época gloriosa de Amundsen, Nansen, Scott, Luis de Saboya o Shackleton. En todas estas aventuras late la misteriosa fuerza de atracción que siempre ha ejercido sobre el hombre el hielo, según las palabras de Nansen “profundo y puro como el infinito”, dejando a trasluz las diversas motivaciones por penetrar en sus dominios: la curiosidad, la codicia, el afán del saber, el orgullo nacional, el deseo de autorrealización y la eterna admiración de la belleza. En las partes segunda y tercera el libro se adentra en los procesos naturales que dieron lugar al surgimiento de los glaciares y que rigen sus formas y estructura, en un juego implacable de factores climatológicos e hidrológicos. Mediante impresionantes imágenes recorre los glaciares más importantes del mundo de norte a sur y de este a oeste, para centrarse finalmente en sus hermanos pequeños, todavía presentes en el Pirineo español. ¿Por cuánto tiempo seguiremos disfrutando de ellos? Eso tal vez dependa también –aunque sea en una pequeña medida– de nosotros mismos.

Sebastián Álvaro es el director del programa «Al filo de lo imposible» de RTVE, y Eduardo Martínez de Pisón es catedrático emérito de Geografía Física en la UAM y autor de una numerosa obra científica dedicada al estudio del paisaje. Ambos reunen sus experiencias de amantes y conocedores de las montañas de todo el mundo en este libro ameno y exhaustivo, que repasa las expolraciones polares, las ascensciones a las montañas más altas del planeta, y el estado de los hielos en los glaciares españoles.