El nombre que damos a las cosas es muy importante, incluso hay una creencia que vincula el nombre con la propia existencia de lo nombrado. El caso es que los que llevamos mucho trabajando en bibliotecas hemos convivido con sistemas de gestión muy diferentes y con muy diversos nombres. En el principio, fueron las fichas y no necesitábamos llamarlas de ningún modo. Como mucho decíamos ”mira en el catálogo”, que solía ser un mueble enorme repleto de cajones, repletos a su vez de fichas de cartón ordenadas alfabéticamente en el caso de autores, títulos o materias o por la CDU (esa serie de números queLEER MÁS