Semana Friki

Star Wars, El señor de los anillos, Juego de tronos, la Guía del autoestopista galáctico, Star Trek, Dragones y Mazmorras, El juego de Ender, La llamada de Cthulhu, retrogames, los nuevos juegos de mesa, WoW, Magic, Marvel, Bola de dragón….

Si al terminar de leer esta lista has pensado: «les ha faltado poner ____________», no hay duda, eres friki.

Este pequeño test Voight-Kampff de andar por casa nunca falla. Si algo no se da bien entre los frikis es precisamente ocultarse, pasar desapercibidos.

Y no es de extrañar, porque lo que realmente mueve y da la esencia vital al frikismo es la pasión. La pasión por un universo cultural vibrante, expansivo, cargado de datos minuciosos que escrutar y memorizar, pero sobre todo, cargado de personajes arquetípicos, de valores y principios eternos que han empapado las historias desde el Poema de Gilgamesh hasta la última temporada de Vikings, desde el regreso de Odiseo al regreso a la comarca de esos hobbits de pies peludos.

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Las grandes obras frikis siempre tienen algo de mitología moderna, es por eso que nos atrapan, pero también tienen siempre algo de ciclópeo, de enciclopédico, que nos convierte en ratones de biblioteca, en moradores de las tiendas de comics, nómadas de los congresos y jornadas, y buhoneros en los foros de compraventa más escondidos de la red, siempre a la busca de nuevos datos, de nuevos rumbos que alimenten la llama de ese principio eterno que yace en el corazón de nuestro objeto de culto. Este objeto de culto puede tener múltiples manifestaciones: un universo de video-juego, una serie de novelas, obras cinematográficas, fetiches o merchandising, un juego de rol, o incluso un juego de mesa, y a cualquiera de esos formatos siempre subyace una narrativa.

Vernos inmersos en esa narrativa, visualizar la transformación de nuestro universo en el relato, como cruzando el espejo, como penetrando el armario ropero hacia Narnia, es lo que nos mueve.

Y como elfos del bosque nos movemos entre las montañas de libros y comics, en las salas de los servidores de los gamers, y como no, en los grandes salones de esos queridos y enormes templos que son las bibliotecas.

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