El que fue a Sevilla perdió su silla

Sevilla. Torre del OroEn la época del Cuéntame (no voy a decir qué temporada) no existía el IKEA y en algunas casas había que pelearse por obtener una plaza en un «cómodo» sofá. Cuando finalmente lo conseguías, mantenerla no era tarea fácil, ya que si te levantabas, alguno de tus hermanos rápidamente te desposeía de tan preciado tesoro y encima te decía el fatídico refrán: el que fue a Sevilla perdió su silla.

En la Biblioteca en época de exámenes, observamos que hay gente aguardando fuera a primera hora de la mañana para ser los primeros en ocupar  un puesto en la sala de lectura. Incluso hemos presenciado alguna carrerita por el hall o las escaleras. Pero para nuestra sorpresa, esas ansias en algunas personas, son para colocar unas cuantas cosas en uno, o a veces más sitios y luego salir de la Biblioteca y no volver hasta un buen rato después. A la hora de la comida volvemos a ver un montón de puestos llenos de cosas y realmente creemos que hay gente a la que le daría tiempo a ir a Sevilla, por lo que tardan en regresar de ese descanso. No nos parece justo que se queden con la silla en este caso.

Entendemos que queráis aseguraros un sitio en una época de alta ocupación de nuestros edificios, pero una vez obtenido, no es razonable abandonarlo por mucho tiempo y pretender mantenerlo. Por favor, no seáis abusones y no reservéis sitios con vuestras cosas y si vais a estar ausentes un buen rato, dejad el puesto libre para otra persona. Si vais a Sevilla, ya sabéis…

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