Mi hermosa lavandería: antes de Billy Elliot

 

Nos despedimos hasta septiembre recomendando la película de Stephen Frears Mi hermosa lavandería.¡Buen verano!

Stephen Frears es uno de esos directores poco conocidos para el gran público, pero que prácticamente estrena una película cada dos años. Entre sus últimos trabajos, encontramos algunas de las películas con las mejores interpretaciones femeninas del último siglo: Helen Mirren en La Reina, Judi Dench en Mrs. Henderson presenta, Philomena y Victoria & Abdul y Meryl Streep en Florence Foster Jenkins. Analizando estos filmes, podemos entender la escasa fama de su dirección, pues hace películas correctas, pero que no destacan especialmente por
su estética o trama (más allá de contar con grandes actrices en ellas). Aun así, mucho antes de especializarse en biopics de grandes figuras históricas, Frears realizaba un cine mucho más comprometido con la sociedad del momento, retratando verdaderos problemas raciales, homófobos y de clase; aunque lo hacía sin profundizar demasiado. Una de estas películas es Mi hermosa lavandería, estrenada en 1985 y que está disponible en la Biblioteca.
La trama se sitúa en el Londres de Margaret Thatcher y gira en torno a Omar, un pakistaní al que le asignan la tarea de regentar una lavandería para reflotarla y Johnny, un viejo amigo suyo del colegio cercano a un grupo de ultraderechistas racistas. Omar le pedirá a Johnny que le ayude con la lavandería y ambos retomarán una relación amorosa que habían interrumpido al separarse tiempo atrás.
Lo más curioso del filme es la naturalidad con la que se aborda la relación homosexual entre ambos, sin prejuicios ni ningún rastro de problema dramático entre ellos ni con la sociedad que les rodea. Y eso que la comunidad LGTB se enfrentó como nunca antes al conservadurismo de Margaret Thatcher en Reino Unido. Sin embargo, la película plantea numerosas cuestiones de forma bastante ambigua, dibujando a algunos personajes más cerca de la caricatura que de la humanidad. Es decir, que a pesar de plantear problemas muy complejos como la
homosexualidad, las diferencias raciales, el racismo y los ataques de la extrema derecha, el tráfico de drogas o los problemas de clase, el filme no los aborda con la profundidad necesaria, sino que son una cuestión secundaria. Esto provoca que el filme parezca una simple exposición de conductas meramente superficial, dejando bastante coja a la película. Y eso que Hanif Kureishi recibió una nominación a los Premios Oscar por su guion.
El tema que sí se aborda más es el de las diferencias raciales entre los protagonistas y la situación de la familia de Omar. Esta se encuentra ante un dilema muy interesante: aunque ellos son inmigrantes, han conseguido construir un imperio importante en el barrio y ahora se comportan de igual manera que los británicos de clase alta: desahucian, se cobran sus deudas  y se comportan casi como una mafia. Esto molesta a la extrema derecha que se niega a trabajar para paquistaníes y pone a Johnny, amigo de un grupo de radicales, en una tesitura complicada.
Aun así, la película cuenta con algunas escenas memorables, especialmente las relacionadas con la pareja protagonista, en la que es considerada la primera película LGTB de Reino Unido. Y son memorables gracias a un jovencísimo (y guapísimo) Daniel Day-Lewis –antes de ganar tres Oscar y convertirse en el mejor actor del mundo- que construye un personaje de lo más atractivo, lengüetazos incluidos. Además, esta es una de las pocas películas de temática no heterosexual donde la pareja protagonista no cuenta con un final dramático y Descorazonador, más bien todo lo contrario, ya que el final –aunque ambiguo- muestra que ambos continúan
juntos y felices.

Iñaki Parra Lázaro. Alumno UC3M

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