Las chicas del cable: “Al final todas, ricas o pobres, queríamos lo mismo: ser libres»

 

Con motivo del Día Internacional de la Mujer, nuestra compañera Ainhoa Cortón,  alumna de Periodismo y Comunicación en  la UC3M, hace una reflexión sobre la serie española Las chicas del cable

Las chicas del cable: “Al final todas, ricas o pobres, queríamos lo mismo: ser libres”

 

“La vida no era fácil para nadie, y mucho menos si eras mujer. No éramos libres, pero soñábamos con serlo”

 

Corren los intensos años 20. Una larga cola de mujeres espera frente a la puerta de una compañía telefónica, pionera en España, situada en plena Gran Vía. Les espera el trabajo de sus vidas, como telefonistas, en una época en la que la mayoría de las mujeres ni siquiera podían trabajar. Entre ellas está Alba, especialmente enviada para introducirse dentro de la compañía y robar el dinero de la caja fuerte. Se llamará Lidia, para evitar sospechas sobre su identidad.

 

Las Chicas del Cable, serie original de Netflix España, es ya conocida por prácticamente todo el país, ya sea por estar dentro del mundo seriéfilo, o por la recurrente publicidad que ha adornado nuestras calles, sobre todo la previa al estreno de la tercera temporada, en el último trimestre del pasado año. Ya desde el debut de la serie en abril de 2017, empezamos a familiarizarnos con un grupo de mujeres, cuatro en un principio, que se introducen en un mundo de hombres restringido para ellas, y que poco a poco se van abriendo paso, luchando por su independencia.

Así, Marga, Ángeles, Carlota (desde mi punto de vista, uno de los personajes más interesantes) y Lidia/Alba son cuatro mujeres con una estrecha dependencia y/o vinculación con su pasado, su familia o… con un hombre. Mujeres que, salvo Alba (metida hasta el fondo en un oscuro hoyo del que no sabe salir), están absorbidas por el mundo en el que viven y sus convenciones sociales, pero empezarán a rebelarse de forma paralela a la evolución de la compañía y de su trabajo en ella, y se convertirán en un curioso grupo de amigas.

 

No sé hasta qué punto esta serie tiene una temática feminista, y no voy a entrar en el debate. Es cierto que igual que se muestra la emancipación de la mujer y la lucha por su libertad e independencia, sigue habiendo una integración del machismo en esencia, como se puede ver en la frecuente rivalidad entre mujeres por un hombre (Marga con la mujer de Pablo; Lidia con la madre de Carlos, la mujer de Francisco y su secretaria…).

 

Es cierto que es un machismo que podemos entender como propio de la época, una época que no podemos ni mucho menos comparar con la actual. Sin embargo, tampoco se puede decir que esta serie sea muy fiel al período histórico en el que se ambienta, más allá del contexto de la propia trama. La música, las relaciones entre las personas… en muchas ocasiones dudo que se acerquen ni siquiera ligeramente al contexto real de la época. Por ejemplo, la forma en la que Carlos y Francisco tratan a Lydia, con respeto y bastante comprensión, teniendo en cuenta la situación en la que ambos se encuentran – dentro de un complicado triángulo amoroso-, no me encaja para nada en el contexto de entreguerras en el que nos encontramos. Así, no creo que tenga un objetivo histórico, sino más bien dramático, y la ambientación en el pasado sería un simple recurso narrativo más para justificar ciertas subtramas de la serie.

 

Sin embargo, y más allá de la etiqueta que se quiera poner, la serie visibiliza a la mujer desde varios puntos de vista importantes, y que hacen que merezca la pena verla en este sentido. En primer lugar, el hecho de que la historia se centre en ellas, y que los hombres aparezcan a su alrededor ya es un gran paso adelante. Se tratan temas como la violencia de género desde el principio, y posteriormente se unen otros como las relaciones poliamorosas, la transexualidad, o el propio germen del feminismo. Este último tema, desarrollado durante la última temporada muestra la inmensa barrera a la que se enfrentaban estas primeras feministas (entre las que se encontraba Carlota) y cómo ya desde el principio se empiezan a separar en función de los métodos que quiere usar cada una. ¿Qué aporta más resultados, la violencia o la palabra?

 

Y sobre todo, y quizá lo más importante, somos capaces de ver a las chicas del cable crecer, como amigas, como personas y como mujeres, siendo cada vez más independientes y viviendo cada vez más su vida (todo ello, claro está, dentro de un inmenso drama, casi telenovelesco). Una serie que, con sus luces y sus sombras, merece la pena ver.

Por: Ainhoa Cortón Asenjo

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