Autoras

 

Desde la Biblioteca queremos unirnos a las Jornadas contra la Violencia de Género que esta semana están celebrándose en la Universidad Carlos III y en muchos otros espacios desde los que se invita a la reflexión y al diálogo; aunque me gustaría apuntar que este tipo de encuentros, sobre la violencia de género, deberían ser una constante en nuestra cotidianidad si pensamos en la magnitud del cambio que exigimos: igualdad. Me gustaría anotar también, que las líneas que aquí escribo circunscriben su objeto de estudio a la violencia de género en el contexto cinematográfico, que es tan solo un ejemplo más, dentro de una cultura desigual que no acaba de desprenderse del sesgo patriarcal que la lleva amamantando desde hace siglos; pensemos en la literatura, o en la música; en las galerías y en los museos; o en el teatro…cualquiera de ellos refleja la posición de inferioridad a la que continúa sometida la mujer, una lacra que en ocasiones parece difícil vencer.

“Autoras” nace de la necesidad de revisar y reivindicar el rol de la mujer en el séptimo arte, desde la escritura hasta la realización y producción cinematográficas.

Cabe destacar que a pesar del crecimiento del número de mujeres críticas y cineastas al que venimos asistiendo desde comienzos del siglo XXI, y sobre le que volveremos más adelante para abordarlo desde una perspectiva internacional y nacional; no podemos evitar llevarnos las manos a la cabeza cuando observamos los datos de empleabilidad en el sector y, comprobamos que efectivamente estamos ante una industria ampliamente masculinizada, así lo demuestra el simbólico porcentaje de mujeres dedicadas a la producción, dirección y guión, un 26% frente a un 74% masculino; o por el contrario el 75% que alcanzan las mujeres en materia de peluquería y maquillaje, o el 92% cuando hablamos de diseño y vestuario; como si estas áreas hubieran quedado relegadas a la mujer que no puede acceder a puestos de mayor responsabilidad como la dirección o la producción, por ejemplo; por no hablar de la formación, un ámbito cada vez más poblado por nombres de mujer. Todo ello nos advierte que pese a la incorporación masiva de la mujer al mundo laboral, no dejamos de ocupar espacios intermedios. En este sentido no dejan de emerger iniciativas que pretenden acabar con esta  situación triste e insostenible, todas ellas claro está, encabezadas por mujeres y para mujeres, entre las que podemos mencionar la de la directora del Instituto de Cine de Suecia, que en la actualidad se ha convertido en un referente a seguir por muchas cineastas.

La directora Anna Serner, conocedora de la situación ha sabido impulsar la igualdad de género en la industria, mediante una mayor visibilización del trabajo de las mujeres a través de la web Nordic Women in Film, una distribución equitativa de las ayudas públicas o mediante los acuerdos con la Asociación de productores Suecos.

 

Otra iniciativa digna de ser imitada es la de la guionista y directora catalana Mar Coll, en cuyo trabajo ha elegido delegar en la mujer los puestos de mayor responsabilidad. Coll cree que “Hay una serie de prejuicios asociados a los oficios más técnicos del cine que derivan de un  prejuicio general: la tecnología no es cosa de mujeres. Y en una industria dominada por los hombres se crea una inercia que perpetúa esta situación. No es una cuestión de discriminación consciente, pero es más probable que un hombre llame a otro hombre para confiarle un trabajo. A mí me ocurre lo contrario.”

Las palabras de Coll y los porcentajes que mencionábamos líneas más arriba gracias al estudio realizado por CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales) nos revelan una cultura que presenta todavía importantes síntomas de una hegemonía cultural claramente machista, y en esta ocasión la guionista Coral Cruz nos recuerda que parte del problema reside en esa asimilación milenaria que condena a la mujer a una posición de inferioridad con respecto al hombre y que en numerosas ocasiones aceptamos de manera automática:

“A las mujeres directoras nos falta ambición para imaginar proyectos grandes, básicamente porque las películas ambiciosas casi siempre están escritas por hombres. Aún nos quedan superar algunos límites que muchas veces están fuera, pero otras están dentro de nuestras mentes.”

Hubo una vez un cine que fue creado por mujeres. Este cine existe y cada vez cobra mayor fuerza. Hace mucho que ellas están ahí repensando los géneros, actualizando el cine mediante narrativas cuya agudeza reside en el contenido y la forma; y no debe resultarnos extraño que sea el Verano 1993 de Carla Simón, la película que representará a España en los Oscar de 2018, que se distingue por el delicado y natural tratamiento que la cineasta catalana hace de la muerte, vista a través de los ojos de aquella inocencia común que nos une a todos en la infancia; como tampoco debería resultarnos extraño que la única película seleccionada este año en Cannes “Los desheredados” sea obra de una mujer, Laura Ferrés, también catalana.

A Carla Simón le acompaña una pila de nombres de mujer, de todas las nacionalidades que demuestran cómo el cine es un territorio desde el que también puede llevarse a cabo la revolución y así lo demuestran en cada uno de sus trabajos cinematográficos donde vuelan libres y ligeras, comprometidas con la igualdad de género y convencidas de que ha nacido un cine, que no tiene por qué ser diferente, pero un cine al fin y al cabo hecho por ellas, y yo os invito a conocerlas a todas y a dirigirnos a su cine con la conciencia de género.

Los nombres que escribo a continuación recogen una serie de cineastas que podéis encontrar en los estantes de la sala multimedia de la biblioteca de Humanidades y que incluyen a Isabel Coixet y a Iciar Bollaín pero que van más allá. Ellas son de procedencia nacional e internacional, muchas con un largo recorrido dentro de la industria cinematográfica, otras acaban de irrumpir en el sector, otras con propuestas experimentales y otras con nuevas formas en el documental…

Elena Trapé con Blog (2011); Gracia Querejeta con Siete mesas de billar francés (2009) y Hector (2004);  Chus Gutierrez con Insomnio (2003) o Poniente (2002); Inés París con Miguel y William, (2007); Patricia Ferreira con El mundo a cada rato (2005); Mar Coll con Tres días con la familia, (2009) o Todos queremos lo mejor para ella (2013); Claire Denis con Los canallas (2014); Pascale Ferrán con Lady Chatterley (2009); Mia Hansen-Love con El porvenir (2017), Un amor de juventud (2013); Naomi Kawase con El bosque del luto (2007); So Yong Kim con Correspondencia: Fernando EimbckeSo Yong Kim (2011); Lucrecia Martel con La ciénaga (2001); Anna Muylaert  con Madre solo hay una (2017); Marta Arribas y Ana pérez con El tren de la memoria (2005); Lynne Ramsay con Tenemos que hablar de Kevin (2011); Alice Rohrwacher con En el país de las maravillas (2015); Kelly Reichardt con Wendy And Lucy (2010) o Meek’s Cutoff (2010); Marjane  Satrapi con Persépolis (2008)…

La historia del cine debe construirse desde una perspectiva plural que acoja la mirada diversa, la mirada del otro, no como algo fragmentario sino como una visión medular del universo cinematográfico y de la realidad.

 

Andrea Vásquez Toribio, alumna de la UC3M

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