La matanza de Texas

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Que en la biblioteca hayamos incluido por fin una copia de La matanza de Texas es un motivo de celebración. Hasta hace poco sólo disponíamos del remake realizado la década pasada, a pesar de que el original de Tobe Hooper esté entre las películas más influyentes de la historia del cine. Esta película aparece a mediados de los años 70, quizá el periodo de la historia del cine americano en el que el clasicismo y la experimentación se mezclaron de forma más sólida. En ese contexto, La matanza de Texas, con toda su crudeza y su conseguida sensación de inmediatez, ocupa un puesto tan importante en el radical cambio de conciencia que estaba experimentando el cine estadounidense como las películas de Scorsese o Coppola.

Esta película es una de las principales responsables de dar forma a un género tan popular como simple y esquemático en su desarrollo. La idea de un grupo de jóvenes atrapados por una amenaza que va acabando con ellos uno a uno es casi una plantilla que ha tomado varias formas distintas, cada una con una intención ideológica y representativa. La matanza de Texas es la más desconcertante de todas ellas. Lo es porque se consigue transmitir una sensación de caos e incomprensión similar a la que deben sentir los personajes. Su desarrollo parece así más anárquico que el de la mayoría de las películas del género y hace que los acontecimientos parezcan más implacables. En ese sentido, la película no parece tratar de otra cosa que del terror entendido como un abismo para la razón.

La puesta en escena crea un mundo a medio camino entre el naturalismo y una deformación grotesca de la realidad, extremando las visiones monstruosas producto de la mitificación de ciertas áreas rurales de los Estados Unidos. Intentar describir los lugares y personajes que se van sucediendo a lo largo de la película sería, inevitablemente, fracasar en la transmisión del grado de imaginación puesto en su creación y del asombro horrorizado que resulta del mismo. Muchas películas han intentado acercarse a ello sin éxito.

Con esta breve entrada nos despedimos de otra semana.

Hugo Poderoso Silgado (alumno de la UC3M)

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