La copla que fue feminista

Habitualmente se tiene la copla como un género que fomenta valores machistas, como el amor romántico más opresivo o, directamente, la misoginia. Sin embargo, algunas de las mujeres que triunfaron en este formato tan teatral fueron lo que actualmente conocemos como mujeres empoderadas. Viniendo de una familia trabajadora y muy humilde, Raquel Meller se convirtió en una estrella de gran personalidad e influencia social, y Concha Piquer dirigía su propia compañía cuando pocas mujeres podían desempeñar ese trabajo.

Lo que de sicalíptico tenía la copla hacía transitar estas historias musicadas a través de una doble vertiente, entre el papel de la mujer como objeto sexual y la liberación femenina en tiempos de severa influencia de la iglesia católica.

Más allá de la personalidad y la manera de situarse frente a los grilletes de la sociedad del momento de algunas de estas artistas, encontramos algunas letras con contenido que podríamos reclamar, con la debida contextualización, feministas.

En Batallón de modistillas, cantada por muchas cantantes de copla, encontramos frases que llevaban a la mujer a un lugar poco habitual aún hoy:

Se dice que muy pronto,
si Dios no media,
tendremos las mujeres
que ir a la guerra.
Y yo como medida
de precaución
ya estoy organizando
mi batallón.
Batallón de modistillas
de lo más requebonito
y lo más jacarandoso
que pasea por Madrid.
Y ya estamos aprendiendo
la instrucción con entusiasmo,
deseando que se aprecie
nuestro garbo por ahí.


La Diputada, cantada por Amalia Molina aborda el tema del voto femenino, aunque lo haga con la inevitable carga de frivolidad del género:

Llegó la hora del feminismo,
y como siempre fuí avispada,
y en todas partes me llevo algo,
me llevé el acta de diputada.

En el congreso con Luis de Tapía,
estoy actuando de adalid,
¡Viva el divorcio! ¡Vivan mis manos!
que aún no han cosido, ¡ni un calcetín!

Y hasta en la peluquería,
me llaman “Su Señoría”
Y como Victoria Kent,
viajo de balde en el tren.

En Compuesta y sin novio, cantada por Juanita Reina y más recientemente por Martirio (búscala en nuestro catálogo), se hace una auténtica reivindicación de independencia de la mujer frente a la presión social para casarse, y hasta para tener hijos. Si la canción de Amalia Molina, de 1932, venía a subrayar que la República izaba la bandera de la copla, ésta  sugiere que, aunque el Franquismo se adueñó del género, algunas artistas consiguieron utilizar la copla para esquivar la versión femenina preconizada por la Sección Femenina.

-¿Por qué no te casas, niña?-
dicen por los callejones.
-Yo estoy compuesta y sin novio
porque tengo mis razones.
Marido, suegra, cuñado,
diez niños y uno de cría,
que la plaza, que la gripe,
que tu madre, que la mía.
¡Son muchas complicaciones!
¡Soltera pa toa la vida!

Me encuentro yo al matrimonio
tos los domingos en el café,
las caras de avinagrados
porque se aburren como un ciprés.
Los niños rompen las tazas
y, con la fuerza de un albañil,
le meten a padre y madre
las cucharillas por la nariz.
Con el barbero
no me he casado,
de los martirios de la cuchara
yo me he librado.

Si te ha interesado esta visión poco conocida de  la copla seguro que puedes investigar en nuestros fondos y buscar más subtextos y resquicios en un género que muchos teníamos por necesariamente machista. Puedes empezar, por ejemplo, buscando en nuestro catálogo Memoria de la copla: la canción española, o Tatuaje: un acercamiento a la copla, de Emilio Alarcos.

También puedes escuchar este podcast de Sangre fucsia o leer este artículo de la publicación feminista Pikara Magazine, que hemos utilizado para documentar el post.

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