Adiós, Shanghai. Recordar un día de mayo de 1945 a través la obra de Angel Wagenstein

El pasado día 8 de mayo se cumplía el 75 aniversario de la rendición de Alemania ante los aliados occidentales, que marcaba el fin de la Segunda Guerra Mundial en el continente europeo. La diferencia horaria con la URSS en el momento de la firma hizo que el acontecimiento se celebrara el día 9 en la Europa del Este. Sin embargo, la guerra continuó en Asia hasta agosto de 1945, y no terminó hasta el 2 de septiembre con la capitulación de Japón. Es en este escenario donde se sitúa la mayor parte de la novela Adiós, Shanghai, de Angel Wagenstein, la última de un conjunto de tres obras, a la que precedieron El Pentateuco de Isaac (1998) y Lejos de Toledo (2002), todas editadas en España por Libros del Asteroide (en 2008 y 2010 respectivamente; en 2009 Adiós, Shanghai).

El lugar en cuestión es Hongkou, un suburbio de Shanghai, ciudad portuaria china en la desembocadura del río Yangzi —o Yangtsé—, donde tuvo lugar un episodio poco conocido entre las tragedias de la Segunda Guerra Mundial. La metrópolis, que había sido invadida en 1932 y casi arrasada por la aviación japonesa en 1937, formaba un rompecabezas de barrios chinos superpoblados y «concesiones internacionales» de estatuto semicolonial, ambiente cosmopolita y grandes zonas de lujo; un nudo de intereses económicos, políticos y militares, y campo base de aventureros, especuladores y delincuentes.

Sin embargo, Shanghai fue también —con su estatuto de ciudad abierta— el refugio de unos veinte mil judíos alemanes y austriacos y tres mil ochocientos más, originarios de otros países ocupados. A esta comunidad se sumaban los ricos «bagdadíes» —banqueros y comerciantes—, instalados en el Asentamiento Internacional, y los askenazíes de Rusia, huidos de persecuciones y pogromos. Entre ellos no existía contacto, pues procedían de ámbitos culturales de Europa y Oriente Próximo con distintas lenguas, historia y tradiciones. A partir de 1943 los japoneses solo permitieron que la población judía llegada de Europa después de 1937 viviera en una zona concreta del barrio de Hongkou; esta sería la «Designated Area for Stateless Refugees», conocida como el gueto de Shanghai.

En este ambiente de finales de los años treinta, convergen las vidas de unos cuantos personajes de diferentes extracciones sociales, intereses y ocupaciones, unidos por los vaivenes de la situación en Europa, por la casualidad y muchas veces por la solidaridad. La novela recrea los sucesos que les llevan hasta este enclave asiático, en el que conviven la ostentación y la miseria, y su lucha por la dignidad y la supervivencia. La implicación de algunos de ellos con los acontecimientos del momento acaba dando paso a toda una trama de espionaje con diferentes desenlaces, el más duro de los cuales es presentado por el autor con toda su crudeza.

Finalmente, el 9 de mayo de 1945 los músicos del gueto interpretan El Danubio azul para celebrar el fin de la guerra en Europa cuando un grupo de aviones comienza a bombardear Shanghai. Las bombas proceden de la aviación norteamericana, que ha despegado de la base recién conquistada de Okinawa, y masacra esta ciudad todavía en manos de un Japón empeñado en mantener viva la contienda. Paradójicamente el barrio de Hongkou queda arrasado por aquellos a quienes sus habitantes han esperado como salvadores.

Angel Wagenstein tuvo, antes de publicar su primera novela en 1998, una larga trayectoria como guionista. Escribió numerosos guiones cinematográficos, entre los que se encuentra el de la película Étoiles, Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes de 1959. Junto a la trama histórica, la acción y el relato de sacrificio y solidaridad, su novela ofrece cuidadas imágenes de ambientes y lugares:

Afuera está cayendo una llovizna fina que araña con pequeñas líneas las luces de los faros de los automóviles, por lo que la vista que se abre desde el parabrisas recuerda la proyección de una película gastada. El coche está parado en la esquina junto al puente, el motor ronronea, el chófer, un suboficial de la gendarmería japonesa, limpia con el dorso de la mano el cristal, que al instante vuelve a empañarse por los vahos.

Algunos personajes son reales, otros están basados en mujeres y hombres que decidieron arriesgar su seguridad y sus vidas en el curso de la guerra. Vidas como la del propio autor, nacido en Plóvdiv (Bulgaria) en 1922, que en su juventud perteneció a una organización antifascista clandestina, se unió a los partisanos en la Segunda Guerra Mundial y fue condenado a muerte en 1944, salvado por la entrada del ejército ruso en Bulgaria. La revista M’Sur le entrevistó en 2010, durante su visita a España, y explicó algunos de estos hechos. Sus obras se encuentran en las bibliotecas de la Universidad.

V. Maldonado

Una respuesta en “Adiós, Shanghai. Recordar un día de mayo de 1945 a través la obra de Angel Wagenstein

  1. Interlibros

    Excelente información. Por mas que los nazis hayan sido la peor caca de este mundo ( o una de las peores) leer historias sobre guerra y todo lo que respecta siempre nos atrae, por que sera que no olvidamos y miramos hacia adelante?

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