Hacerse visible: algunas miradas en torno a los refugiados

Hasta final de febrero la Biblioteca del Campus de Colmenarejo acoge dos exposiciones de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados: The most important thing y No dejes a nadie atrás: el asilo y la Agenda 2030.

Las situaciones por las que pasan las personas refugiadas aparecen diariamente en la prensa y han sido tratadas en numerosos estudios y obras literarias. Comentamos aquí algunos títulos que se pueden encontrar en las bibliotecas de la Universidad:

 

Yo voy, tú vas, él va

La ciudad de Berlín es el escenario en el que se desarrolla la novela de Jenny Erpenbeck Yo voy, tú vas, él va. Diez hombres africanos se han reunido en la Alexanderplatz para iniciar una huelga de hambre. Quieren quedarse en Alemania y trabajar. Richard pasa por la plaza, pero no los ve; la noticia le llega a través de la televisión. También lee en la prensa que varios subsaharianos viven desde hace meses en una escuela ocupada del barrio de Kreutzberg y que unos cuantos refugiados llevan un año acampados en la Oranienplatz.

Este catedrático de filología clásica jubilado se acerca primero a la escuela sin saber muy bien con qué fin; más tarde a la Oranienplatz ya con la idea de indagar sobre la vida de estas personas y qué hacen con su tiempo; y finalmente, a una residencia de ancianos donde se les ha ofrecido alojamiento provisional. Allí conoce la historia de algunos de ellos y el camino que han recorrido para llegar a Alemania desde sus lugares de origen, Níger, Ghana, Nigeria, Mali, Chad… Paulatinamente se va cumpliendo, al menos para Richard, el enunciado que aparecía en una las pancartas de la Alexanderplatz, “We become visible”, y los problemas de estos hombres se le hacen cada vez más visibles.

Jenny Erpenbeck nació en Alemania, es directora escénica y autora de teatro, novelas y relatos. Su trabajo ha sido reconocido con diferentes premios literarios; en 2019 Yo voy, tú vas, él va (Anagrama, 2018) ha recibido el que otorga el gremio de libreros de Cataluña.

 

Manual de exilio

El siguiente testimonio nos llega en primera persona desde la ciudad francesa de Rennes, donde en 1992 recala un joven Velibor Čolić para pedir asilo político después de haber combatido y desertado del ejército bosnio. No conoce el idioma, sus únicas pertenencias caben en una bolsa de deporte, y ahora su casa es un centro de acogida. Recorre las calles de Rennes y París; para él todo es extraño, como también desesperanzada la toma de conciencia de su nuevo destino. En la antigua Yugoslavia era escritor y presentador de un programa de música en la radio, antes de que la milicia paramilitar le reclutara durante la guerra de los Balcanes. Sus manuscritos se destruyeron.

Sin embargo, no todo es drama. La novela deja ver una buena parte de humor, muchas referencias literarias, y cómo su autor mantiene el vínculo con la escritura hasta que, invitado a Estrasburgo por el Parlamento Internacional de Escritores, comienza a trabajar en la novela Los bosnios sobre la base de sus diarios de guerra.

La desintegración de Yugoslavia y el conflicto posterior provocaron la muerte de unas 200.000 personas y cerca de 2,7 millones de refugiados y desplazados internos, el mayor movimiento de población desplazada en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Velibor Čolić (Modriča, Bosnia, 1964) es ahora un escritor reconocido y premiado en Francia. Le Serpent à Plumes publicó Los bosnios en 1994; le seguirían varias obras más hasta este Manual de exilio: cómo aprobar su exilio en treinta y cinco lecciones, editado por Gallimard en 2016 (en España, Periférica, 2017).

 

Cristo nuevamente crucificado

En esta ocasión las personas en busca de refugio han recorrido el espacio que separa las aldeas de Agios Georgios y Likóvrisi en Anatolia. Se han enfrentado al ejército turco —en el contexto de la guerra greco-turca, 1919 a 1922— y su pueblo ha sido completamente arrasado; ahora piden ayuda a los dignatarios y autoridades religiosas de la próspera Likóvrisi, también de población griega. Las reacciones son muy diferentes: desde el absoluto rechazo hasta la acogida, la entrega de bienes y alimentos, o el intento de hacer negocio aprovechándose de los desplazados.

Poco antes se ha celebrado la Semana Santa y se ha escogido a varios habitantes para representar la pasión de Cristo durante la siguiente festividad, como se hace cada siete años en la aldea. Los elegidos caen en una especie de obsesión que les hace mimetizarse en mayor o menor medida con su personaje; sin embargo, la realidad es bien distinta y así lo explica el pope Grigoris hablando acerca de uno de ellos: ¡Se compadece de los pobres, también son personas, dice, son nuestros hermanos! ¡Sacras y santas palabras para ser oídas en la Iglesia, que el pope las diga el domingo desde el púlpito; pero que uno vuelva a su casa, especie de papanatas, y las ponga en práctica, para eso hay que estar loco de atar! (Traducción de Selma Ancira en la edición de Acantilado, 2018).

El autor es Nikos Kazantzakis (Heraclión, 1883 – Friburgo de Brisgovia, 1957), que también vivió el exilio cuando se marchó con su familia a la isla de Naxos a raíz de la revuelta cretense de 1897. Trabajó en el Ministerio de Asuntos Sociales de su país y tuvo a su cargo el traslado de la población griega huida del genocidio otomano y atrapada en el Cáucaso durante la revolución rusa de 1917.  Nominado al premio Nobel de Literatura en varias ocasiones, Kazantzakis es autor de esta obra de 1948 y más conocido por sus novelas Vida y obras de Alexis Zorba y La última tentación de Cristo.

 

Un lugar en el mundo: la justicia espacial y el derecho a la ciudad

Antonio Campillo habla en este libro (Catarata, 2019) de sociedad global para señalar el fenómeno actual de una humanidad enlazada en una sola trama de interacciones sociales, tecnológicas y ecológicas. Sin embargo, la respuesta de los países ricos ante los fenómenos migratorios vigentes ha sido el cierre de fronteras y la expulsión de los “sin papeles”. Un lugar en el mundo analiza las conexiones entre esta globalización amurallada y los límites del crecimiento de la economía mundial.

La razón —afirma— es antropológica: las relaciones sociales que los humanos mantenemos unos con otros dependen de las relaciones ecológicas que mantenemos con la naturaleza circundante, y viceversa. Para desarrollar esta cuestión se apoya en tres ejes: las guerras por los recursos y los refugiados bélicos; el cambio climático y los refugiados ambientales; y finalmente, el mercado mundial de tierras y los refugiados por razones económicas.

Por otra parte, la población mundial se ha triplicado en menos de 70 años, con una alta concentración en las zonas urbanas, que según la ONU llegará al 68% en 2050. En las ciudades se concentran las mayores desigualdades, la mayor diversidad étnica y cultural, el mayor porcentaje de vertidos y todo tipo de conflictos sociales. El doble proceso de globalización y urbanización acelerada, y las contradicciones entre la globalización amurallada y el crecimiento económico ilimitado obliga a repensar todas las categorías políticas heredadas. Recordando las palabras de Hannah Arendt, Antonio Campillo alude al «derecho de tener un lugar en el mundo» como al más básico de los derechos humanos.

 

V. Maldonado

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