Hay tantas joyas literarias que me faltan por leer que me alegro haber tachado en esta interminable lista “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde” de Robert Louis Stevenson. Autor de delicada salud que gestó este relato durante tres días después de sufrir una pesadilla nocturna.

La narración es lineal contada por un narrador omnisciente en tercera persona, en un ambiente frío, oscuro y neblinoso de la ciudad de Londres a finales del S.XIX.

En mi opinión, la novela tiene dos partes diferenciadas, en la primera vemos una obra de suspense en la que se ha cometido un crimen y hay una investigación en una situación extraña. Y en la otra, a través de unas cartas, está la justificación científica de los acontecimientos extraños acecidos.

El protagonista es consciente de la naturaleza dual que tenemos los seres humanos y siente la necesidad de que aflore su lado malo y después de estudios en su laboratorio consigue la droga que le ayudará. El Dr. Jekyll librará una terrible batalla en su interior, primero es dueño de la situación hasta que su otra parte toma protagonismo y fuerza.

Refleja la lucha que hay en cada uno de nosotros entre la razón y el instintito. No sólo esta dualidad está en el personaje sino también en la descripción de la entrada a la casa, se ve muy bien reflejado esto.

“… aquella calle relucía, en contraste con su sórdida vecindad, como una fogata en el bosque; y con sus contraventanas recién pintadas, sus bien pulidos bronces…

Pasadas dos puertas a partir de una esquina, a mano izquierda […] y justo en ese lugar proyectaba su alero sobre la calle el siniestro bloque de un edificio.”

Esta original novela que logra crear el ambiente adecuado, sería más interesante si no se supiera nada de lo ocurrido, pues aun leyéndola por primera vez es bastante conocido el tema y se pierde un poco de sorpresa y de suspense. Se han hecho numerosas versiones cinematográficas.

No hay que dejar de leerla, pues es una lectura muy recomendable y en nuestra Biblioteca tienes ejemplares. Anímate que no te arrepentirás.

Rosa Jiménez Villarín

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