Como la sombra que se va, Antonio Muñoz Molina

No recuerdo cómo pero sí que descubrí pronto a Antonio Muñoz Molina. Por alguna razón su novela Beatus Ille, de 1986, cayó en mis manos y me gustó hasta el punto de comprar las siguientes, El invierno en Lisboa y Beltenebros, de 1987 y 1989 respectivamente.

La cosa empezó a torcerse (para mí, no para él desde luego) cuando en 1991 gana el Planeta. Y digo que empezó a torcerse porque de ser un semi desconocido de repente se convierte en  autor famoso disputado por los editores y libreros para llevarlo a firmar autógrafos en sus casetas de la Feria del Libro. Ello, creo yo, hizo que su obra desde entonces haya sido desigual, siendo como es, eso no lo dudo, un gran escritor. No las he leído todas, con algunas me aburrí pero he caído en la tentación de ponerme con su última novela, Como la sombra que se va, publicada muy recientemente, en 2014.

Como la sombra
Cubierta del libro
Imagen: Seix Barral

El 4 de abril de 1968 cae asesinado Martin Luther King en el Motel Lorraine de Memphis, Tennessee. Su asesino, James Earl Ray, en su huida, pasó 10 días en Lisboa, entre el 8 y el 17 de mayo, intentando llegar a Angola u otro país africano para enrolarse en algún oscuro ejército o grupo de mercenarios que le permitieran zafarse de la intensa búsqueda internacional que se cernía sobre el asesino del líder negro.

Tal episodio le sirve de base a Muñoz Molina para intercalar su propio primer viaje a Lisboa el 1 de enero de 1987 con el fin de documentar la novela que por entonces estaba escribiendo. Va alternando el autor capítulos de su propia vida con los dedicados a las peripecias del asesino huido. Parece como un intento de justificarse, ante sí mismo y ante su propia familia, por hechos que le remuerden la conciencia y sobre los que ahora, tantos años después, quiere pasar página a costa de pública confesión. Según sus propias palabras:

«Te miras y ves cosas que te gustan y otras que no, que incluso al cabo de mucho tiempo te provocan remordimiento, vergüenza o dolor. Enfrentarte a haber causado daño o haber hecho cosas de las que no te sientes orgulloso es un ejercicio saludable para cualquiera»

(Diario La Opinión de Málaga, 29 de noviembre de 2014)

Téngase en cuenta que ese inicial viaje a Lisboa se produce cuando tiene 31 años, ya casado y con dos hijos, uno de ellos recién nacido, aún trabaja como funcionario en Granada y la literatura es para él una actividad que, todavía, no le da de comer.

Son como dos historias independientes cuyo pretendido nexo de unión no justifica, en mi opinión, presentarlas como una única novela.

No obstante su lectura es agradable y fluida aunque prescindible. Eso sí, para los amantes del cotilleo o de las revistas del corazón aporta datos sobre la juventud del autor que de otra forma permanecerían ocultos dada la poca afición que la pareja Muñoz Molina/ Elvira Lindo demuestran con la prensa del «papel couché».

Antonio Fernández Luque

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